jueves, 25 de marzo de 2010

YO EN PRIMERA PERSONA


YO EN PRIMERA PERSONA
Por JOEL GUSTAVO RODRÍGUEZ TORAL
¿Qué hago aquí de pie silbando indiferente?
¿Qué hago aquí de pie frente a éste mar de gente?
Muriéndome de sed de Jaime López
Cuando veo mi sombra veo mi rostro, es algo que se que yo no me puedo engañar ni intento hacerlo, soy transparente en mi vida y en mis bolsillos nunca habido un as escondido, la verdad no escondo nada en mi manga o en algunos de mis sombreros, desde hace mucho decidí no esconder nada, cómo si fuera tan fácil esconder algo así cómo un conejo blanco, que espere su momento para saltar al hoyo que me lleve con la puticienta Lolita llamada Alicia, o Petra, o Penélope, Elena, Esmeralda, Scherezada o del olvido, o ya de plano la Reina de Corazones, que mientras me quite la Sota de vastos que me diga con su gran altanería de inconsciencia femenina: -“¡Que le corten la cabeza!”- y me hagan perder toda esa quinta esencia de paraíso perdido o de todas esas noches en la maravilla, perder eso que me corresponde y por lo que tanto he luchado, la ilusión y la fantasía de mi vida, incluso el romance, la realidad o eso que llaman cuando los demás te quieren hacer sentir culpable por que no pueden decir las tonterías que uno dice, porqué uno es más libre que los otros, eso de la realidad y la madurez incluso lo docto de lo que ellos consideran oro y que ellos mismos mancillan y devoran, todo eso se lo dejo a quiénes se creen más inteligentes, a esos cerebros maestros que han domado el mundo, pero que yo nunca me he podido explicar por que andan a lado mío, son los que son pero ellos lo niegan, quizá sin percatarse pero en una actitud definitiva, lo veo tanto en sus rostros como en sus sombras, creen estos inteligentes seres non plus ultra traer un as guardado, incluso en el trasero levantado, cómo si con ello pudieran dominar el paso, el aliento, al mismo mundo, como si enculatando al mundo den con el principio prospero del paraíso mundo por dónde pierden su virilidad, llegar a tiempo aun y cuando estén llegando tarde como 6 horas después, o 10 o un mes o 20 años de existencia, engañar al tiempo perdido, engañar al mundo y terminar viviendo con la gran mentira, la de ser capaces de vivir engañándose a si mismos, ese gran arte del engaño que yo por supuesto que llevo muchos años de haberlo dejado, se de que se trata, se lo que es mirar a la cara ingenua de la gente con la que uno se topa y le hace creer que lo que quiere creer es cierto, hasta que llega ese momento en que la verdad tenga que aparecer, es cómo el dinero que es una constante, una adicción por qué se cree que se tiene y se logra con el mucho mas poder, ¿será eso posible?, ahora me desvelo pero por otros problemas, pero ya no por creerme mis mentiras, ahora se que el no conciliar el sueño no es por eso, es por que estoy sólo y por qué tengo estos temores de que nadie dependa de mi, de que mi soledad sea tan mía, como el paso lento y pausado que doy en la calle, como la observación minuciosa y casi suculenta de la gente, a quienes miro pasar de lado de mi sombra, de mi vista cansada en que ha anidado a tantas ideas, paisajes y rostros, de ver tantas imágenes repetidas en calles, en esquinas y en plazas, de las mujeres que caminan por la cera, algunas por la furia de mi mente lujuriosa van desnudas a mi antojo otras van directo al carajo, como yo y mi sombra que caminamos a la orilla del olvido, caminando haciendo tantas cosas que en realidad a nadie le importa, haciendo fila en los bancos, en los cajeros, en las entradas de los cines, de los teatros y de los estadios de fútbol, esperando a que gane contundentemente mi equipo azul crema del América, esperando a una mujer tan sexy cómo Halle Berry que duerma a mi lado y que me cele, como un inevitable Golem maldito y de increíble existencia, ando a mi ritmo viviendo al día el desenfado que me dice la verdadera edad de mis pies, de mi pelo y de mi corazón cansado por tanto desperdicio, la vida es tan corta y hacemos con ella todo menos vivirla. En esta confesión no hay consuelo, me pellizco para saber que estoy vivo, respiro, toso y escupo para dejar mi huella en este piso, en esa alameda, o en esa estatua o en el vil retrato del wey de los grandes discursos, y me orino con el gran guerrillero que miente tanto como el banquero y el político acerca de la libertad y de lo que hacen, para dejarnos saber que nos roban lo que a nadie pertenece, pero al final solo quedo yo ante mi desvelo. Estas noches en que no duermo en que hago ruido hasta el amanecer, en que busco y encuentro roedores alimentándose en los botes de la basura, o amantes que son como pequeñas luces de neón, de la privacía o del memorial intimo de un hotel de corazones perdidos, con sus cuartos en clausura a dónde anidan feroces amantes destruyendo cielos fornicando Dioses perdidos entre sabanas de quinta, y todo eso que esta ahí esperando a ser tomado en cuenta en unas simple líneas, en una muy breve reunión de palabras, todas unidas a la uní equivoca asamblea al azar, a la que yo por supuesto pertenezco pero por que te cuento todo esto, por que en mi desesperación estoy loco y por que necesito este desahogo que como vomito surge de mis entrañas y busca la salida, se acompaña de la bilis tan resguardada y de su amargo sabor de tantos malos ratos, de tantas frustraciones, y de esos inocentes recuerdos imperecederos, cómo aquél despertar de niño adormilado y desprotegido, que llora y sangra tanto por la boca cómo por la nariz, y hace un riachuelo en su cama y que es sacado con urgencia de casa para ser internado, y perder la memoria de todo lo demás, de todo aquello que paso y que ya no recuerdo el motivo de ello, la verdad es que no se a que se debió eso de haber derramado tanta sangre, sólo recuerdo y es lo que me interesa de mi memoria o precisando de éste recuerdo infantil incompleto, que hubo alguien que se preocupo por mi como mi madre y mis hermanos para llevarme al hospital, o está aquél otro en que quiero estar con mi padre, y me cambia de lugar en un camión de mudanzas y me deja atrás, para llevar a mi abuela a su lado y yo pequeño en un enfrenar del camión, mi cuerpecito de niño se pega con un pequeño pero duro punto de latón que salía de las hechuras de la carrocería que me hiere, me abre la cabeza como una pequeña aguja con la que sangro, soy atendido con remedios caseros y no para la sangre, tanto mi tía y mi abuela no saben que hacer para que deje de llorar, y mi abuela en la estufa quema un trapo, el trapo debe de estar quemado para cuando se me ponga en la herida, ¿eso hará que mi sangre pare?, según ella que en paz descanse, pero me lo pone aun con chispas propiciadas por la misión de las horquillas que despenden el fogoncito, recién cuando me habían puesto alcohol, te imaginas la cabeza de un niño con fuego, esa era mi cabeza, si no hubiera sido por alguien que consiguió una toalla y me logro atrapar cuando corría espantado por lo caliente que sentía el cuello y las orejas, la toalla me la pudo poner en la cabeza para que se me apagara, ese fuego amenazador. Sin embargo todo no fue así tengo recuerdos de distinta óptica recuerdos familiares de una alegría y travesura propia del niño que alguna vez fui, como cuando me hicieron junto con mi hermano paje de mi tía en su boda y le llevaba la cola del vestido y jugaba al hombre araña en plena iglesia, me Salí del tema ¿tu crees? recuerda que esta es mi voz y yo hablo de mi soledad, imagina que tantos diálogos hago sólo con mis recuerdos, si claro ¿Cuáles son mis temores? Esta soledad que desde hace más de 20 años me acompaña cuando yo decidí alejarme de ella, de la que probablemente hubiera sido mi mujer, esa esposa de poco tiempo, y de una probable separación que se hubiera sucedido en el acontecer del curso que se llevaba, ambos teníamos en claro una herida que se definiría gracias a ese breve arte de mentirnos para no decirnos la verdad, para herirnos más y mostrar quién era el culpable de tanto error, ahora sólo cargo acuestas con la gravedad de no haberlo hecho, por lo cual tengo una muy magra dignidad y una marca de por siempre y quizá desapercibida de mi soledad, por que no quería casarme en ese momento, en el que ella parecía estar más dispuesta que una bomba teledirigida en Irak, para cumplir con su misión, pero yo no quería casarme, y de todas mis mentiras que yo me creí surgió la realidad que en ese entonces no quería creer o saber, esa verdad que evito ver que Elena ya no quería a Menelao, y que dio tanto a muerto y tanta destrucción, así fue para mi dejarla a ella, fue devastador por que yo no la quería lo suficiente cómo para casarme, yo solo he querido tener un hijo, que sea mi huella de sangre en el mundo, la huella tremenda que me permita saber que he legado algo y que al morir yo, no morirán mis pasos por la vida, eso en realidad es todo lo que yo he deseado y que probablemente si lo consigo me permitirá cerrar los ojos en el gran sueño. Ser ese Dios supremo que ha dejado a un Perseo rebelde capaz de enaltecer mi ego, aun pequeño Dante perdido a la intemperie del caos, tan profuso que hace no creer en ningún Dios todo poderoso, y en un ningún cielo prometido. Pero quizá yo sólo estoy en la espera de conocer a un Miguel de Unamuno o escritorcillo de cuarta cualquiera que me diga en su flamante y ponderante voz de creador, que soy el personaje de una invención de palabras escritas por él, para hacerlo inmortal o hacerlo vivir ese espejismo de inmortalidad, que vive en las paginas salinas de una yerma escritura, y que estoy en la víspera de mi muerte para ensalzar su gran ego, a Vaca sagrada que me escuchas en tu palacio de sal a donde han de ir mi pobre ilusión de vida, páramo imaginario en el eterno sueño del rebelde que muere en la vieja ilusión de la apuesta de un centavo, ante la diatriba de su existir como ejemplo más de su furia, que de su vida misma. Ente imaginario de la lóbrega huida ante el jinete sin cabeza, que persigue en medio de la neblina de los sentidos, mi culpa por quedarme solo en unas cuantas líneas… No será mi sombra que no quiere más mi rostro, burdo y regordete de dos quinielas fallidas, sombra que desnuda verdades del alma y oculta mentiras al sol que rehuyé, pequeña sombra de mi cara que describes la soledad de mi rostro en el sin par confín de estelas del asfalto.

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