LA BELLA
Por JOEL GUSTAVO RODRIGUEZ TORAL
Todos se iluminan cuando ven venir a la bella, algunos no saben su nombre, pero quisieran palparla de poco en poco y de tanto en tanto, como se dan los milagros, y sobretodo para que nunca se acabe su belleza.
Yo no le podido poner ninguna corona de algún certamen de belleza, pero sin duda y sobretodo para mi, ella es la reina entre todas las reinas, me basta con saberla, con admirarla, mi mayor ambición es velar su sueño y despertarme a su lado, para confirmar su bondad, su gran bondad de seguir en éste mundo tan bella como ella siempre es.
Mi deseo es blanco y sincero, yo deseo ser un niño de nuevo para poner mi mano llena de ternura, en su pelo, en su hermosa cabellera, que esta hecha entre la libertad y un nido de aves, sin duda del más fino plumaje. La bella es la gloria de Dios.
Yo deseo acariciar su frente, sus mejillas y besarla, deseo sus labios femeninos de ternura y pasión, de traviesa ternura, de misterio inocente, gloria entre el bien y el mal, entre chiquilla y mujer. ¡Mira que deseo ahogado por el mundo!, ¿Quién tuviera la dicha de un beso de la bella? Poca ambición. Yo quiero todos y cada uno de los besos de la bella, todas la noches, todos los sueños, sus angustias y sus penas, yo te quiero bella y aún más allá de mis celos y de las maldades de los demás, mi amor será fertíl y será sostén de tu cariño y de tu confianza, por que yo quiero ser tu consuelo, yo quiero ser el padre de tus hijos, yo quiero ser tu amigo, tu amante, tu novio, tu feo, sí, definitivamente lo único feo, verdaderamente feo que tu bella mía tengas.
¡Vaya que la bella me hace delirar!
Pasa por aquí bella y escúchame:
Bendito Dios por hacerte realidad.
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