viernes, 20 de noviembre de 2009

ARCOIRIS FREAK CUENTO

ARCOIRIS FREAK
Por JOEL GUSTAVO RODRIGUEZ TORAL
Negro. El muy cabrón se enojó por qué le maté a la gallina, su gran acto de fenómeno de circo, morbo de juego perverso, sólo para adultos, siempre que había una parranda-orgía, mi gran amigo el enanito Melquíades, de quién sabe dónde sacaba su ¡maldita gallina!, ya que vivimos en una ciudad, lejos de las granjas, y en todas la madrugadas de gran orgía parrandera, cómo mago y de la manga, vuála una gallina, ¿quieres saber para qué quería a la gallina?, pues era para su asqueroso acto de sexo-zoo, filia que la verdad ya me tenía harto, por qué quién sabe cuantas veces lo ví hacerlo, pobre de él se creía todo un semental, Melquíades uno de mis mejores amigos, no el mejor, por qué al mejor yo no le perdono lo que él me hizo, por eso Melquíades tuvo que pagar. Él no se llama Melquíades, su verdadero nombre es José Juan, pero desde éste momento sólo me referiré a él cómo Melquíades.
Azul celeste. Melquíades me presento con Alicia, todo lo que me había dicho de ella, definitivamente se había quedado corto, yo la verdad no sabía por qué me la presentó, él nunca me pudo explicar por qué, Alicia era una mujer de edad mayor tanto para Melquíades cómo para mí, guera, atractiva, parrandera, súper ponedora y aguantadora, ella provenía de una buena familia, era casada y tenía una hija, cuyo nombre es Amanda.
El matrimonio de Alicia con su esposo, existía sólo en papeles, ya que ambos hacían su vida cada quién por su lado, sólo Amanda, la hija de Alicia, era la que la mayor parte del tiempo daba la cara, si me preguntas a mi si era una relación madre e hija, lo que pudiera significar Alicia-Amanda, para mi era un accidente de la naturaleza, sin embargo Amanda al respecto de Alicia, Amanda era una fuera de serie.
Verde. Que si Amanda esto o Amanda aquello, si al conocerla de plano me enamore de ella, de esa Amanda que siempre se acercaba a mi, con la esperanza de que le dijera que Alicia: “La Madre” la quería, la esperanza de ser amada, de sentirse amada por lo menos una vez por su madre, pero eso nunca paso, siempre fue una desconocida la idea de Madre en Alicia, simplemente no estaba en su naturaleza. La Alicia que yo conocí, era una vagabunda, que dejaba que la tratáramos cómo un retrete, esa es la Alicia de Melquíades y mía, Alicia era nuestra puta, nuestra criada, nuestro cenicero, nuestra cartera, por qué siempre pagaba todo, whiskey, putas, drogas, juegos, todo. No puedo decir por qué lo hacía, o que clase de persona hace eso por dos extraños, yo no lo sé, no soy sicólogo y yo no puedo decir por qué Alicia era nuestra puta, y por qué no era la madre de Amanda.
Cuando Alicia estaba con nosotros, con Melquíades y conmigo, ella parecía mi pareja y ambos nos reíamos de eso, a Melquíades bueno por su estatura, casi nunca salía en la foto, ¿Melquíades que era de nosotros?, el pinché enanito era nuestro cómplice, nuestra mascota, el salvavidas de Alicia y mi despertador.
Amarillo. Alicia nos consentía y éramos en definitiva todo lo que tenía, éramos como una familia, Amanda siempre la buscaba que para darle dinero, llevarle vivieres o de plano llevarla al hospital, por las interminables borracheras que nos agarramos. Era algo triste ver a Amanda en está situación. La verdad es que Amanda no tenía madre, pero Alicia en Amanda si tenía a una hija.
Mentir no es uno de mis defectos, yo nunca le oculté nada a Amanda sobre Alicia, al principio hubo una gran crueldad de mi parte, pero Amanda siempre quería saber de Alicia, siempre terminaba por llorar, y eso de verla llorar tantas veces ya no lo soporté, Amanda con eso me abrió el corazón. No soy un devoto de la compasión, no creo en ella, así que si veo a una persona llorar, me burlo por entero de ella, pero con Amanda no pasaba igual, ella me producía una infantil ternura, en una ocasión que estaba con Alicia, me imagine que estaba a lado de Amanda, creo que fue ahí cuando ya me era imposible negar mis sentimientos hacia ella, Amanda debió darse cuenta, Alicia lo notó y se burló ávidamente de mi. Amanda en su vulnerabilidad no me rechazo, al contrario aceptó que tenía algo conmigo, pero se preocupo por su madre, Alicia aun que ya lo sabía no lo tomo a bien, pero disimulo el no darle mayor importancia al asunto. Le decía asunto a mi amor por Amanda.
Amarillo cabeza rojos ojos. Mis días de felicidad pronto llegaban a su final. Inevitable final.
Amarillo rojo. Melquíades antes de volver a vernos, había vivido en el circo y había dado la vuelta al mundo, era el enano de los payasos, trapecistas y de los fenómenos de circo, que había aprendido la zoofilia de su mentor, el verdadero Melquíades el gigante, que había tenido entre sus amantes a la mujer barbuda y a la mujer escorpión, atosigaba a Amanda, no por qué la quisiera cómo amante al contrario, por qué la veía cómo una amenaza hacía nuestro trío, hacía nuestro núcleo, eso era tan terrible como la última noche que vi a Amanda, que vi en estos ojos rojos, con esta cabeza amarilla de mente, de liquida memoria, cómo Alicia golpeada y obligada por Melquíades ha atrapar a Amanda, la cacheteaba brutalmente y la obligaba a estar quieta, Amanda lloraba y me gritaba pidiéndome auxilio de manera desesperada, ¿dónde estaba yo? Estaba ahí cansado, inmóvil, estaba riéndome y llorándome desquiciadamente, Melquíades no sé que hizo de mi, no sé que me dio, que me provoco todo menos la articulación para salvar a Amanda, la última imagen de Amanda es en brazos de Alicia y Melquíades, yo cayendo en el apagón de mis fuerzas, mis ojos abiertos en una completa oscuridad, y cerrados en el miedo abismal. Imágenes mentales cómo de pantalla de video, cómo de voces y latidos vertidos en confusión, me veo a mi mismo en un cuadro rebobinando varias veces por una loca obsesión, llegando al carro de Amanda, de lado del conductor una pluma de gallina, suelta en el asiento del piloto, rebobinado nuevamente en otra imagen estoy llorando, en una casa con un pequeño gallinero, dentro de la ciudad de dónde Melquíades sacaba sus malditas gallinas, para sus actos de Zoofilia, pero ya no más Amanda por ningún lugar. Yo muerto en vida sin Amanda, muerto en mi locura sin Amanda.
Rojo púrpura. Éste loco no sé por que me busca, veo que me conoce por qué sabe lo de las gallinas, sabe lo de Melquíades y lo del circo, no sé de dónde saca a Alicia y Amanda, y no sé por qué me busca, eso del carro con la pluma de gallina en el asiento, y tan cerca del gallinero, eso es lo único que habla de la existencia de la mentada Amanda, pero yo no conozco a ninguna Alicia, ni a ninguna Amanda. Ahora he venido a verle por qué me dicen que ya está mejor, por qué el pidió verme, espero este lúcido y me aclare de dónde lo conozco. Su sueño parece profundo, pero insistieron que lo viera, que esperara a que se despierte, esperan tenga una evolución de mejora en su salud. Insistieron en mi ayuda, por qué es un caso anómalo, incluso la policía esta esperando la mejora de éste desconocido, para aclarar lo del carro con la pluma de gallina. La enfermera tiene un sex appeal que me excita y me atrae, siempre he tenido fantasías con enfermeras y está aunque madura, no está mal, nada mal para mí, ha entrado y salido de este cuarto varias veces. En la primera oportunidad le pregunto su nombre y si puedo la invito a un café. –Melquíades-, escucho la voz del desconocido mientras leo el nombre de la enfermera: “Alicia Míreles”, habla con fuerza y aun tiene los ojos rojos, cómo una iguana que ha salido de un túnel, Melquíades -¿Qué hiciste con Amanda?- me pregunta más que esperando una respuesta sabiéndola de antemano, -no sé-, es rotunda mi negativa, prosigue de manera atenta: -te agradezco que hayas venido, Melquíades no sé nada de Amanda ni de Alicia, esperaba que tu me dijeras dónde están. No sabes lo que es estar en un abismo, no lo sabes amigo-. Lo miro esperando no sé qué, que se sincere y que me diga algo para saber de Alicia y de Amanda, a quiénes no conozco, pero con una voluntad inaudita se reincorpora, y saca de entre las sabanas una jeringa, con la que me pincha directamente en el pecho, de lado del corazón. Mi última vista es para Alicia Míreles, quién me atiende con desesperación. Después del abismo aparecen ante mi, Melquíades el gigante y la mujer barbuda quiénes me reciben sonriendo, en un cielo que es cómo un circo, infinito, iluminado y excitante, o al menos eso pienso que es…Un pinché payaso se burla de mi diciendo: “el muy cabrón se enojo por que le mate a su gallina”. Recuerdo que estaba enojado por que me mató una gallina. En éste momento alguien dice: -Melquíades aquí no te puedes enojar-, y por arte de magia desaparezco.
Rojo Negro. La enfermera Míreles atendió al señor Juan José Moreno, le informan a los agentes del caso del desconocido del cuarto 306, en dónde murió Juan José Moreno. Ambos agentes se acercan con la enfermera Míreles, quién les habla de la jeringa en el pecho de Melquíades. Uno de los agentes nota que ella se llama: Alicia, le pregunta si conocía a alguno de los dos, responde negativamente y le pide que hable de ella, sin saber que lo que oirá parece una broma de Dios.
Alicia Míreles mujer separada de su matrimonio con Orlando Montes, con quién tuvo una hija de nombre Amanda, quien murió en un carro que al parecer llevaba una gallina, por qué en los asientos había plumas de gallina. Del desconocido del cuarto 306, sólo se sabe que ha quedado en estado crítico, en estado vegetativo sin esperanzas de que vuelva en si nunca.
Nota: Este cuento lo he realizado con ayuda del Taller literario de Letras voladoras y Alfredo Peñuelas Rivas. En la realización de éste cuento no se lastimo a ningun enanito y a ninguna flor.

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