jueves, 18 de junio de 2009

A ESA MUCHACHA


A esa muchacha grácil y femenina,

de belleza singular y ternura divina,

tan real y lejana, tan llena de alegría,

que no sabe aún, no adivina,

los altibajos que da la vida.

Yo quisiera cuidarla y protegerla,

pero cada quién lleva sus rosas, sus espinas,

y cada quién consigue entre sus lunas nuevas,

sus desolados amaneceres de agonía.

A esa muchacha tan linda y tan ingenua,

que empezó a correr sin conocer frontera,

que despierta a la gran mujer que ella lleva,

esa mujer romántica de luces y entregas,

de amor, de fragua y de mil estrellas,

yo quisiera cuidarla y protegerla,

pero cada quién lleva sus rosas, sus espinas,

y cada quién consigue entre sus lunas nuevas,

sus desolados amaneceres de agonía.

A esa muchacha de alas inexpertas,

que vive con sus ansías recién descubiertas,

y que mira su vuelo con gran cautela,

encontrará en su festín, la libertad,

o quizá caiga en malas manos y poco a poco muera.

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